Bambú en la construcción: sostenibilidad y futuro
El bambú ha sido uno de los materiales de construcción más antiguos y versátiles utilizados por la humanidad. En muchas culturas, especialmente en Asia y Latinoamérica, el bambú ha sido fundamental en la construcción ancestral debido a sus propiedades únicas, como la flexibilidad, la resistencia y la rapidez de crecimiento. Las primeras estructuras construidas con bambú se remontan a más de 2 000 años, tanto en viviendas, puentes y otras infraestructuras.
Con la llegada de materiales industrializados, en especial el acero y el hormigón, el uso del bambú disminuyó considerablemente.
El concreto y el acero han sido y siguen siendo los materiales de construcción predominantes en el mundo contemporáneo. Han sido fundamentales para el avance de la civilización, y han permitido construir maravillas como el Empire State Building o los puentes colgantes que conectan ciudades enteras; han facilitado la urbanización y la construcción en masa, desde viviendas hasta hospitales o estadios. Sin embargo, su producción tiene un alto costo ambiental, la fabricación de concreto requiere grandes cantidades de energía, principalmente para la producción de cemento, que es uno de los mayores emisores de dióxido de carbono (CO2). Por otro lado, la extracción de minerales y la fabricación de acero también generan emisiones de gases de efecto invernadero, así como una considerable alteración de los ecosistemas por la minería.
Frente a este panorama, el bambú emerge como una alternativa ecológica, renovable y eficiente, capaz de reducir considerablemente el impacto ambiental del sector de la construcción. En contraste con el concreto y el acero, el bambú es un recurso renovable que crece extremadamente rápido -hasta un metro por día dependiendo de la especie. Además, la cosecha de bambú no involucra la tala de árboles, ya que es una grama que se regenera rápidamente, es decir, que no se tala sino más bien se poda. También, el bambú es capaz de absorber grandes cantidades de CO2 durante su crecimiento, esto resume que mientras la fabricación del acero y concreto generan cantidades masivas de CO2, el bambú las absorbe, lo que lo convierte en el material que más contribuye positivamente a la mitigación del cambio climático.
Si bien el concreto y el acero aún no pueden ser completamente reemplazados en la construcción, es fundamental innovar constantemente para reducir su impacto ambiental. Este esfuerzo debe comenzar desde su proceso de fabricación, mediante el desarrollo de cementos con menores emisiones de CO2, y continuar en su aplicación, a través de un uso más eficiente y racional.
Diseñar estructuras más ligeras pero igual de resistentes, optimizando el uso de materiales sin comprometer la seguridad ni la durabilidad, es una estrategia clave para avanzar hacia una construcción más sostenible.
El bambú ha demostrado ser una excelente alternativa sostenible que permite reducir el uso excesivo de concreto y acero en la construcción. Un ejemplo de esta integración se encuentra en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, Guatemala, donde actualmente desarrollamos un centro comercial de cinco niveles.
En los primeros cuatro niveles se han empleado más de 1000 m³ de concreto armado, aprovechando sus propiedades estructurales para soportar cargas considerables. Sin embargo, conscientes del impacto ambiental asociado a estos materiales, se tomó la decisión estratégica de construir el quinto nivel, que corona el edificio, utilizando bambú como material principal.
Este último nivel emplea bambú tanto en elementos estructurales como las columnas y vigas, y también en otros componentes constructivos (muros y cielos falsos). Esta intervención no solo contribuyó a una reducción significativa de la huella ambiental del proyecto, sino que también disminuyó el peso total de la edificación, aliviando las cargas sobre los niveles inferiores y permitiendo optimizar las dimensiones de los elementos de concreto requeridos en la base.
Visualización exterior TOLROD / Arq. Armando Toledo
Avance Construcción TOLROD / Arq. Armando Toledo
Vista de los restos del comedor de la Casa Dorada de Nerón / Piranesi, G. B. (ca. 1756–1778)
Mi fotografía de arquitectura no es comercial ni busca ser de autor. Es, ante todo, un viaje personal. Un experimento constante con la manera en que veo y experimento los espacios. No busco documentar, sino entender. La fotografía, para mí, no es solo un medio de expresión, sino una manera de vivir la arquitectura.
“Los edificios son mucho más que dimensiones físicas llenas de detalles técnicos; son espacios habitados por formas que cambian constantemente con la luz. La luz, al igual que las personas que habitan estos espacios, está siempre en movimiento. Así, cada segundo, y cada día del año ofrece una posibilidad diferente. Todo es un flujo continuo y la fotografía, un fragmento de tiempo preservado para la posteridad”.
En este artículo quisiera hablar sobre tres elementos que han sido importantes en mi forma de fotografiar y redescubrir la arquitectura a través del lente de una cámara: espacios, luz y formas. No como conceptos herméticos, sino como partes colaborativas de una experiencia sensorial a la hora de capturar arquitectura. A través de ellos he ido descifrando nuevas perspectivas y disfrutando el proceso de descubrirlas.
Espacios
Con espacios me refiero a todo ese vacío físico donde se desenvuelve el ser humano (o no), no necesariamente un cerramiento arquitectónico compuesto por paredes, muros y techos, los espacios van mucho más allá de eso, son ese entorno que nos alberga y donde se proyectan nuestras acciones. Podemos tener elementos arquitectónicos dentro de ellos o no, como arquitecto, claramente estoy predispuesto a interesarme en estos elementos.
Inicialmente, los espacios que quería fotografiar -en su mayoría- eran aquellos que me transmitían esa sensación de inmensidad que comentaba, y obras como Gaudí, Calatrava o Niemeyer no dejaban de pasar por mi cabeza, incluso no siendo muy seguidor de la filosofía de trabajo o historial de problemas con los proyectos de Calatrava, visitar la Ciudad de las Artes ha sido un hito en mi pasión por fotografiar espacios. Aquellas tonalidades blancas, tan brillantes a la luz del sol con estructuras poco prácticas, pero que lucen muy bien como si se tratara de una escultura creada meramente a antojo del arquitecto, es algo que como joven arquitecto no había presenciado antes.
Detalle de la estructura del edificio principal de la Ciudad de las Artes / Carlos Peregrina
La escala de la Ciudad de las Artes es inmensa; incluso habiendo estudiado sobre ella antes, NO es sencillo dimensionar las proporciones reales de la obra.
Como mencionaba, puede que el estilo estructural excéntrico de Calatrava sea tema de debate, sin embargo, desde la perspectiva estética todo queda muy bien debido a la complejidad e impacto de sus diseños. En la foto podemos notar cómo con un acercamiento (“zoom”) moderado podemos lograr captar un espacio que nos pareciera sintético, complejo y contrastado; con pasajes colgantes que parecieran salir de la nada y desvanecerse en la nada también, así como esos grabados que tanto me gustaban.
En la búsqueda de generar una fotografía de arquitectura hay -detrás- mucha exploración y descubrimiento, ya que cada ojo es distinto y aunque vas a encontrar tendencias o las fotos más obvias sobre distintas obras o lugares, siempre vale la pena recorrer y observar bajo criterio propio.
Pasillo en Ciudad de las Artes / Carlos Peregrina
Esta fotografía captura un espacio mucho más descomprimido, abierto y menos contrastado que la foto anterior. Está rodeado de estructura, pero al ser todo de color blanco, las barandas rojas resaltan mucho a la vista en la composición de imagen, se le podría clasificar como fotografía minimalista por la sencillez de la composición y los elementos dentro del espacio. Dos fotos con enfoques distintos de la misma obra, pero lo importante -al menos para mí- fue el descubrimiento de esos espacios y poder tener la oportunidad de retratarlos y revelar otras caras de la Ciudad de las Artes que no suelen ser de las más comunes.
Otro punto importante para la composición de una fotografía tomando en cuenta los espacios es mantener simple la composición de la escena y mostrar solo lo que necesites transmitir, sacar desde la toma lo innecesario o los detalles que te puedan generar ruido en las tomas.
Producir este tipo de fotografías se me asemeja mucho a la confección de una visualización (render) arquitectónica, o más bien viceversa, las técnicas compositivas de fotografía son muy importantes para la confección de visualizaciones y a su vez -cuando me encuentro con ciertas tomas- siento la necesidad de esperar a no tener personas o elementos ruidosos dentro del imagen para lograr un aspecto muy limpio y austero como en las fotos anteriores, pero así mismo también espero a tener esa escala humana dentro de la escena para contextualizar la escala o, simplemente, equilibrar la composición.
Pabellón Alemán, Barcelona / Carlos Peregrina
En ambos casos, si buscas agregar personas/elementos a tu espacio (o restarlas), la clave está en observar y esperar el momento, algo muy parecido a la fotografía de naturaleza, en la que esperas ese preciso momento donde puedes realizar la captura con o sin los elementos deseados.
Recuerdo llegar al Pabellón Alemán por primera vez, e ingenuamente llevarme la sorpresa de que un sitio turístico estaba lleno de visitas, cuando en tu mente se proyectan la imágenes minimalistas de la obra; la realidad es que te puedes encontrar a gente de paso que pueda que no quieras en tu composición, en este caso esperé un rato hasta que salieran las visitas para tomar una imagen del espejo de agua con el muro de fondo sin las siluetas de las personas en la composición.
Luz
“La fotografía es luz”, esta frase la escuchamos repetidamente cuando investigamos sobre fotografía, en primera instancia suena como una frase cliché, pero no hay nada más cierto que esto. Y es que captamos luz en nuestros sensores, no importa el tipo, sean cámaras análogas, digitales o nuestros smartphones, lo que captamos es luz que se proyecta. Y esta misma luz, como mencionamos, cambia todo el día y nos da un montón de posibilidades para jugar y bañar nuestros espacios. Hay ciertas reglas como que el sol entre más cerca al mediodía suele tener una luz mucho más dura y marcada y entre más cerca del amanecer y del atardecer, suele dar una luz mucho más suave. Con esta base podemos intuir que para estructuras muy contrastadas con luces muy marcadas, podemos aprovechar estas luces más duras y saber más o menos en qué momentos buscarlas y, por otro lado, buscar iluminaciones más suaves.
En la fotografía, generalmente la luz dura suele ser muy evitada, pero dependiendo del resultado que busques puede ser una herramienta interesante para resaltar formas o tener imágenes con alto contraste.
En mi caso muchas veces me gusta tener imágenes muy contrastadas, remarcar mucho las líneas o geometrías y oscurecer los cielos azules, pues debido a la iluminación tan fuerte del sol sobre las superficies, puedo tener cielos bastantes marcados.
Jardines del Biomuseo, fotografía de mediodía con aplicación de blanco y negro, filtro rojo para cielos azul oscuro. / Carlos Peregrina
Dancing House de Ghery en Golden Hour / Carlos Peregrina
Por otro lado, como comentamos, la luz de amanecer o del atardecer tiene un impacto muy suave sobre las superficies, las sombras se difuminan sutilmente y tienden a colorear la escena según la hora. Son muy populares las fotos de golden hour, que serían a la hora del atardecer cuando el sol pinta de tonos cálidos el cielo, aunque a mí personalmente me gusta más la blue hour, que es la luz azul que se da al amanecer, pero requiere un esfuerzo extra el organizarse para estar a tiempo y poder captarla.
Un consejo que me ha ayudado a entender (y seguir entendiendo) la fotografía en general es comenzar a mirar la luz que se proyecta antes que el objeto, sean estas naturales o artificiales. Esto me ha hecho entender que es un elemento más en mi composición fotográfica y que siempre debo tener presente la hora de capturar, aunque haya poca luz, esto es lo que se proyecta sobre nuestro sensor y crea la imagen. Al inicio de mi viaje como observador, lo dejé pasar mucho tiempo sin fijarme si estaba tomando una foto a contraluz, sin contraste o con demasiado contraste, forzando mucho la sensibilidad de las cámaras.
Formas
Formas puede ser un término genérico que amplía mucho el espectro de su significado, ya que todo elemento tiene una forma, sea regular o irregular, pero siendo arquitecto, tiendo a simplificar el concepto y llevarlo siempre al campo geométrico, pensando en formas básicas que como fotógrafo aficionado me ayudan mucho a pensar mis encuadres, componerlos e incluso tomarlo como concepto gráfico.
Resumiendo un poco, puedes utilizar las formas como herramientas de composición o como protagonistas presentes en la misma imagen.
Como composición, pueden ser líneas que te marcan un recorrido como la foto en blanco y negro del Biomuseo donde el camino del jardín es una línea curva en forma de S que conduce al lector de la imagen a recorrer visualmente desde el primer plano hasta el Biomuseo (el edificio en sí) en segundo plano.
Como protagonista de la fotografía puedes componer con formas que te marquen una repetición en la imagen, sean sombras o elementos físicos, esto va a potenciar esas formas creando mayor interés para el espectador.
Reichstag Dome. Formas de líneas curvas como herramienta de composición / Carlos Peregrina
Hay edificios que te harán más fácil la composición por la repetición de formas en sus fachadas, pero en la mayoría de los casos va a depender de esa exploración y observación que te puede llevar a expresar resultados únicos.
Final
El dominar estos elementos ha permitido versatilidad en mis fotografías y puedo diversificar mis opciones en general. Mientras que la mayoría de lo aprendido lo practiqué en viajes y buscando arquitectura global, hoy por hoy todo este aprendizaje me ha convertido en un mejor observador en mi propio país.
Prueba de ello es que he logrado generar imágenes interesantes en lugares que usualmente ya había pasado, pero nunca había podido obtener un resultado interesante.
Antiguo Hotel Los Mandarinos (actualmente Hotel La Compañía de El Valle). Ejemplo de líneas curvas de composición / Carlos Peregrina
Iglesia de Atalaya. Luz de mediodía, oscurecimiento de tonos azules del cielo / Carlos Peregrina
Conclusión
Sin pretender ser un profesional de la fotografía de arquitectura creo que compartir un poco de mi viaje personal puede que llegue a ser de ayuda o -al menos- a despertar algo de interés en quienes inician su camino detrás del lente y estén comenzando a descubrir estos elementos y seguro que muchos más, que ayudan a mejorar nuestra expresión de imágenes urbanas o de arquitectura. Al final esto es mucho más que teoría y técnica, que es importante al inicio, pero importa mucho más el recorrido y tu análisis sobre lo que vayas descubriendo en el camino.
Por momentos largos he estado muy enfocado en el entrenamiento y la práctica, y por otros momentos también he estado con cero inspiración, pero también es parte de todo el desarrollo personal que al final me hace disfrutar algo que es mi pasatiempo, mismo que se vincula a mi profesión.
Cada viaje es único aunque inicie y termine en el mismo lugar
Carlos Peregrina / Arquitecto
Duabitad más que arquitectura y diseño
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