Podría asegurar que el título de este escrito es más que conocido entre los arquitectos y debo confesar que la primera vez que leí el libro no logré terminarlo concluyendo que no lo entendía, eso del -ser en el mundo- me parecía muy poético y nada práctico para como yo entendía la arquitectura en ese entonces: ¿una arquitectura de los sentidos?, ¿arquitectura capaz de evocar emociones a través de los sentidos? Este particular enfoque para entender las atmósferas de los lugares me encantaba cómo sonaba, pero no lo entendía.
En su momento consideré a mi profesor de Fenomenología como un hablantín, pero con el paso del tiempo entendí que hay cosas en arquitectura que no se pueden enseñar, son imposibles de explicar, hay cosas en arquitectura que se tienen que experimentar, y seguramente corremos el riesgo de ser vistos como los hippies locos que creen que somos (y la verdad que personalmente no conozco a alguno de nosotros que aunque sea muy, muy en el fondo, no lo sea), en este escrito quiero compartir con ustedes, a través de mis pinturas, mi historia con las atmósferas.
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